Molinos de Valterra y Español

Extracto del estudio “El aprovechamiento de los recursos hídricos en la Hoya de Buñol-Chiva” a cargo del catedrático Jorge Hermosilla. (Instituto de Estudios Comarcales, Buñol, 1996).

En el extremo septentrional de la cuenca el municipio de Siete Aguas se encuentra junto a la rambla del Papán, arteria fluvial del término que discurre desde la sierra de Santa María, al norte, hasta la confluencia con la rambla de los Ríos, en la partida de Ventaquemada. En la rambla del Papán se localizó la actividad molinera del municipio. Los molinos que molturaban para los habitantes de Siete Aguas fueron dos: el del Tío Valterra, inmediatamente al sur del casco urbano, y el del Tío Español, próximo al tramo final de la rambla.

Presentan rasgos comunes como el sistema de captación de agua y el uso que se les dio. Por un lado, el sistema tradicional de áreas con escasos recursos hídricos era el utilizado; básicamente se trataba de azud-acequia de abastecimiento-balsa de acopio-molino-canal de desagüe. Por otro lado, ninguno de los dos molinosse aprovechó para la producción de energía eléctrica, pues en 1924 una empresa de Requena instaló un transformador eléctrico que abastecía de luz durante unas pocas horas al pueblo. A principios de los 50 fue adquirido por Hidroeléctrica Española, dejando de funcionar.

EL MOLINO DEL TÍO VALTERRA

Molino harinero de dos plantas, cuya fábrica es de piedra y mampostería, con una cubrición de tejas a dos aguas, y encalado. Situado en un meandro de la rambla del Papán, se alimentaba del agua procedente del manantial de la fuente del Cañico (junto al puente de piedra de Siete Aguas), canalizada por una acequia que la conducía hasta la balsa, situada junto a la fachada Oeste del edificio. La acequia y la balsa todavía existen y se hallan en un aceptable estado. No es éste el caso del cubo, inutilizado tras dejar de funcionar el molino. Igual ocurre con el interior del molino. El espacio inferior, donde se hallaba el mecanismo o engranaje del molino, también se inutilizó, tapándose el cárcavo con material de relleno. La planta baja albergaba la sala de muelas. Éstas continúan en su sitio, pero obviamente sin función alguna. En esta misma planta se ha construido una chimenea y se ha cambiado la pavimentación original, de cemento, por otra de azulejos. No obstante se conserva la viguería del techo (de bovedillas). La planta superior, que servía de almacén o depósito tiene una entrada propia en la fachada lateral que da al Este. En la actualidad se utiliza para guardar herramientas y otros enseres, conservando su fisonomía original.

La fecha de construcción del edificio en su forma actual es 1910, pero el molino ya existía con anterioridad. Se conoce la fecha de construcción de este primer molino, alrededor de 1800 y, además, se tiene constancia de que funcionaba a mediados del siglo XIX, tal como se desprende de las informaciones aportadas por Madoz (1848) y Giménez Guited (1862). Dejó de molturar en la década de 1950. Es un gran ejemplo de la arquitectura popular bioclimática de la zona.

Poseía su propio azud, junto al puente por el que se accede al núcleo urbano, y su propia acequia, permitiéndole un funcionamiento al margen de la Comunidad de Regantes. Antes de alcanzar la balsa la acequia poseía un derramador que era utilizado cuando la balsa se encontraba llena. Desconocemos la fecha de su construcción, pero a mediados del siglo XIX ya funcionaba (Madoz, 1945). En la actualidad sirve únicamente de vivienda particular y casa de aperos, una vez que dejó de molturar en los años 50.

EL MOLINO DEL TÍO ESPAÑOL

Este molino harinero de estilo gotizante, se sitúa en un meandro de la rambla del Papán, a poco más de un kilómetro del molino Valterra. Se servía, así, del agua del mismo manantial que este último, lo cual no significa que no tuviera su propio sistema hidráulico. Éste se inicia en un azud situado en las inmediaciones del molino Valterra. De él parte una acequia (la acequia del Molino) que abastecía su balsa. El Molino del Tío Español tuvo una vida muy corta. Giménez Guited (1862) no lo nombra, por lo que es evidente que su construcción sería posterior a esta fecha. Por otra parte, ni los más ancianos de Siete Aguas recuerdan haberlo visto en funcionamiento, lo que significa que dejaría de molturar como muy tarde a principios del siglo XX. Al haber estado abandonado tanto tiempo ha crecido una abundante vegetación junto a él que imposibilita llevar a cabo un estudio en condiciones del mismo sin desbrozar antes la zona. No obstante, testimonios orales aseguran que el interior se mantiene prácticamente intacto.

Esta construcción tiene, por otra parte, un notable interés arquitectónico: presenta un cuerpo central y dos cuerpos, de menor altura, adosados a éste. La fachada principal tiene planta baja y un piso, en cuya parte superior hay una estancia diáfana que servía de almacén. Esta parte tiene un vano de formas gotizantes con parteluz. El tejado es a doble vertiente, cubierto con teja árabe, cubriéndose las dos partes adosadas con tejado a una vertiente.

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